Posteado por: quiteriogb | 30 diciembre, 2011

Alumno Uned Senior Gijón.Biología,Medio Ambiente

Se acaba el año 2011 y estaba pensando en escribir la típica felicitación y los consabidos deseos,que nos reiteramos los unos a los otros,año tras año, en este planeta que agoniza, y como se suele decir en estos tiempos- ni mejores, ni peores que los anteriores, si no diferentes- cambié el chip, y, aparte de intentar combatir el alienamiento y la incomunicación, que el calentamiento global y la superpoblación humana no nos conduzcan a la autodestrucción. Escuchemos,más bien leamos, el excelente artículo de Leonardo Boff.

¿El día del juicio a nuestra cultura?

29/12/2011

El fin del año ofrece la ocasión para hacer un balance sobre nuestra situación humana en este planeta. ¿Qué podemos esperar y qué rumbo tomará la historia? Son preguntas preocupantes pues los escenarios globales se presentan sombríos. Una crisis de magnitud estructural se ha instalado en el corazón del sistema económico-social dominante (Europa y Estados Unidos), con reflejos en el resto del mundo. La Biblia tiene una categoría recurrente en la tradición  pro-fética: el día del  juicio  se avecina. Es el día de la revelación: la verdad sale a la superficie y nuestros errores y pecados son denunciados como enemigos de la vida. Grandes historiadores como Toynbee y von Ranke también hablan del juicio a culturas enteras. Estimo que estamos realmente ante un juicio global sobre nuestra forma de vivir en la Tierra y sobre el tipo de rela-ción que mantenemos con ella.

Considerando la situación a un nivel más profundo, que va más allá de los análisis económicos que predominan en los gobiernos, en las empresas, en los foros mundiales y en los medios de comunicación, notamos cada vez con más claridad la contradicción existente entre la lógica de nuestra cultura moderna, con su economía política, su individualismo y su consumismo, y la lógica de los procesos naturales de nuestro planeta vivo, la Tierra. Son incompatibles. La pri-mera es competitiva, la segunda, cooperativa. La primera es excluyente, la segunda, inclusiva. La primera pone su valor principal en el individuo, la segunda en el bien de todos. La primera da centralidad a la mercancía, la segunda a la vida en todas sus formas. Si no hacemos algo, esta incompatibilidad puede llevarnos a un severísimo impasse.

Lo que agrava esta incompatibilidad son las premisas subyacentes a nuestro proceso social: que podemos crecer ilimitadamente, que los recursos son inagotables y que la prosperidad material e individual nos trae la tan ansiada felicidad. Tales premisas son ilusorias: los recursos son limitados y una Tierra finita no resiste un proyecto infinito. La prosperidad y el individua-lismo no están trayendo felicidad sino altos niveles de soledad, depresión, violencia y suicidio.

Hay dos problemas que se entrelazan y que pueden convulsionar nuestro futuro: el calenta-miento global y la superpoblación humana. El calentamiento global es un código que engloba los impactos que nuestra  civilización produce en la naturaleza, amenazando la sostenibilidad de la vida y de la Tierra. La consecuencia es la emisión anual de miles de millones de tone-ladas de dióxido de carbono y de metano, 23 veces más agresivo que el primero. La acelera-ción del deshielo del suelo congelado de la tundra siberiana (permafrost), hace que exista en los próximos decenios el peligro de un calentamiento abrupto de 4 a 5 grados centígrados que devastaría gran parte de la vida sobre la Tierra. El crecimiento de la población humana hace que   se exploten  más  bienes  y  servicios  naturales, se gaste más energía y se lancen a la atmosfera más gases productores de calentamiento global.

Las estrategias para controlar esta situación amenazante prácticamente son ignoradas por los gobiernos y por quienes toman las decisiones. Nuestro arraigado individualismo ha impedido que en las reuniones de la ONU se haya llegado a un consenso. Cada país ve solamente su interés y es ciego al interés colectivo y al planeta como un todo. Y así nos vamos acercando despreocu-padamente a un abismo.

Pero la madre de todas las distorsiones referidas es nuestro antropocen-trismo, la convicción de que nosotros, los seres humanos, somos el centro de todo y que las cosas han sido hechas sólo para nosotros, olvidándonos de nuestra completa dependencia de todo lo que nos rodea. Aquí radica nuestra destructividad que nos lleva a devastar la naturaleza para satisfacer nuestros deseos.

Se hace urgente un poco de humildad y vernos en perspectiva. El universo tiene 13,7 miles de millones de años; la Tierra, 4,45 miles de millones; la vida, 3,8 miles de millones; la vida huma-na, 5-7 millones; y el homo sapiens unos 130-140 mil años. Por lo tanto, hemos nacido hace solo “unos minutos”, fruto de toda la historia anterior. Y de sapiens estamos pasando a ser demens, amenazadores de nuestros compañeros en la comunidad de vida.

Hemos llegado al ápice del proceso evolutivo no para destruir sino para guardar y cuidar este legado sagrado. Sólo entonces el día del juicio será la revelación de nuestra verdadera iden-tidad y de nuestra misión aquí en la Tierra, la razón que justifica nuestro lugar en el proceso de la evolución.

 

Fuentes de Información

El día del juicio a nuestra cultura?

Pensemos que el año que comienza sea mejor y con optimismo,pongamos nuestro granito de arena.

 


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